Miguel A. Maroto
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Esta historia empieza con un cierto nivel de casualidad, o tal vez de destino que se empeña en llevarte a donde debes llegar, no lo se, pero yo creo en esas "casualidades". Creo que el destino me trato con generosidad, creo yo. Quiero creer que tengo un cierto nivel de apertura mental y sintiendo en mis tripas, que dicen que es donde se siente lo mas profundo de tu alma, pues yo creo que es el centro de energía, pues que me faltaba algo, que una pieza de mi rompecabezas estaba perdida en algun desconocido e ignoto lugar. Hago mucho deporte y me gusta, pero aun asi no se completa el circulo, de modo que, sin tener ni idea del tema me puse a buscar una escuela de yoga. He hecho varias experiencias olisticas en mi remoto pasado, pero el yoga no tiene que ver con esto, o tal vez fuera un preludio del pasado que de alguna manera me preparó para esta feliz experiencia.
Busque escuelas de yoga cerca de esta zona y despues de varias selecciones me decidi por dos que estaban cerca.
Quiso la suerte que la primera estubiera cerrada y del tiron me fui a ver el Centro Dorado y de nuevo la suerte quiso que llegara justo cuando estaba en una entreclase cuando salen y entran alumnos de sus clases. Fue impactante ver a Jaidhev, todo en el lo es ,porque es un autentico Yoghi, con turbante incluido, y mas que todo por su espíritu generoso y cordial. Ante mis dudas raudo me ofrecio entrar a una clase y eso me sonó como musica y acepté.
A la hora acordada me presente adecuadamente pertrechado (ropa cómoda, un cojin y una toalla-manta que hace de base para los ejercicios, pero cada uno lleva lo que más le gusta). Aclaro que el yoga que se enseña el el Centro Dorado es la modalidad Cundalini, que en ocasiones es algo, digamos, intensa. No te asustes, mola.
Me sorprendió y me gustó esa primera clase. Sentí que había llegado al sitio que mi alma necesitaba, y sin poder explicarlo, sentia algo asi como que habia llegado a casa.
Mucho fue por el ambiente de respeto, amabilidad y cordialidad, de la armonia que se respiraba en el aire, pero sobretodo, de la persona de Jaidev, el profesor.
Luego supe que también es profesor de profesores. Si, admiten a novatos como yo y tambien enseñan a avanzados profesores que buscan avanzar en su formación de yoga y Jaidev los/nos acoge con alegría y cariño.
Yo soy un poco torpe y no me sale la postura de las piernas cruzadas, pero es igual, sepas mucho o poco el yoga funciona en ti quieras o no. No sé explicarlo pero da igual, tu recibes los efectos y eso es lo que importa. No tienes que creer, no tienes que pensar de este u otro modo, el yoga te alcanza a poco que te comprometas en aprender.
Al pasar de las clases, comprendí que la mucha o poca magia que me llegaba tenía su origen en Jaidev y mi decidido empeño en seguir las clases a pesar de los pequeños tirones y molestias que a veces tengo. Son parte de la enseñanza.
Soy un novato pero a mi lado aprenden grandes experto/maestros y comparten su conocimiento que yo recibo de solo verlos.
Poco a poco descubrí que Jaidev es el origen de nuestra enseñanza, mas allá de los aspectos formales. Una especie de flujo intelectivo/emocional conduce el aprendizaje de forma fluida y armoniosa. Dulce y calmado, recita sus clases con buenas dosis de humor delicadamente aplicado. Te sientes que estás jugando con tu cuerpo y la dificultad va desapareciendo según pasan los días. Jaidev ilumina el camino de tu aprendizaje con una sonrisa y una frase amable. Su espiritu asertivo, positivo y cordial inunda todo el Centro Dorado, y esto se propaga a todos los alumnos.
Estoy aprendiendo yoga, si pero también estoy incorporando la esencia de un ser luminoso, cordial y generoso que es Jaidev y esto me lleva a ser mejor persona. No creo ni dejo de creer en nada, solo experimento emociones y sensaciones que me comunican un nuevo estado de crecimiento interno, que me anima a seguir aprendiendo yoga. Quizás suene un poco trascendente pero si lo bajas al suelo, se puede resumir en: "el yoga me va de narices!".
Un consejo, acepta el regalo de Jaidev y ve a una clase de prueba.